Volvemos a los sentimientos encontrados con el libro en particular y con la trilogía en general.

En concreto este tercer libro me ha gustado bastante y lo he devorado muy rápido, pero he tenido dos problemas:
1. Supe quien era el villano desde el principio.
2. El final es muy abrupto, casi atropellado y da muy pocas respuestas.

También he tenido la sensación que el hilo conductor de los 3 libros es flojo y siento que se podría desmoronar con poco.

En la parte positiva, Dolores Redondo escribe genial y sabe exactamente por donde quiere llevar al lector. Los misterios y las investigaciones están bien llevados y esa mezcla con la mitología navarra le da un extra a la historia.

Me esperaba más...

El último libro es un broche de oro a la trilogía, y a la vez te deja en un cliffhanger que anuncia probablemente otra serie de libros. En conjunto, un libro redondo y disfrutón que sorprenderá a muchos, aunque yo me quedé muy contento de ver venir algunos de los giros. Otros no.

Mi amiga Diana dice que hay una diferencia entre artista y artesano, y que lo segundo no tiene menos mérito que lo primero. Y estoy de acuerdo: tiene tanto mérito hacer un buen botijo como pintar un cuadro bonito. Y Dolores Redondo ha hecho un buen botijo en esta trilogía: ha sabido escribir una serie de libros que manejan perfectamente las convenciones del género negro, con un ritmo ameno e interesante, y donde todo encaja como debe sin insatisfactorias contradicciones ni flecos molestos. ¿Es una cumbre de la literatura como arte? No. Pero es una gran muestra de su género y una muy entretenida lectura. La recomiendo sin reservas.

¡Qué manera más guay de cerrar la historia! La novela te engancha absolutamente y es un no parar de intriga y de querer más. No hay momentos lentos en absoluto y el ritmo es vertiginoso. Súper entretenido y bien hilado (también con respecto al resto de la trilogía).

La única pega es que Amaia, la protagonista, no me ha terminado de caer bien. Es cierto que se empatiza con ella pero hay cosas que me han hecho odiarla.

Por fin he terminado esta trilogía. Pero no sé si quería acabarla. Poner punto y final a este conjunto de la historia de Baztán. Aunque sabía desde que acabé Legado en los huesos quién era el asesino, no he podido dejar de disfrutar con la inspectora Salazar.
En esta trilogía he podido ver el avance y cambio de la protagonista y de otros personajes secundarios, ha habido pérdidas muy trágicas (en ese momento me quedé en shock) y giros de trama que han avivado la historia en todo momento. No he podido parar de leer, era como una droga y espero volver a encontrarme con Amaia Salazar muy pronto, porque creo saber que todos los que hemos leído estos libros los tenemos como un pedacito más de nosotros.
Gracias a una amiga que me regaló el primero pude descubrir a una autora muy diferente de otros que he leído. Y que ha sabido dar suspense a un caso que externamente podría pasar desapercibido. Me ha gustado saber que estaba basado en un caso real y así poder hacerme una idea mejor de que ésto está delante de nuestros ojos y quizás cegados no lo podamos ver.

Sin duda os recomiendo esta trilogía y a esta autora. Ahora tengo muchas ganas de ponerme con el nuevo libro que ha sacado fruto de su Premio Planeta 2016. Tiene pintaza.

Entre que leí inoportunamente un comentario demasiado revelador y que yo ya me olía algo, este libro me ha resultado mucho menos emocionante de lo que prometía hasta la mitad o así. Y como a mi me lo estropearon por hablar mas de la cuenta, yo no voy a caer en ese error.