A review by idesthai
Wicked: Memorias de una bruja mala by Gregory Maguire

2.0

Cualquiera diría que, con el tremendo e imperecedero éxito del musical Wicked, el libro en que está basado sería igualmente fascinante, ¿verdad? ¿VERDAD?

Debo admitir que no he visto nunca el musical y no tenía tampoco mucha información sobre la trama, más allá de lo muy básico, pero ahora mismo, con motivo del estreno de Wicked: Part One, están proliferando por todo internet reseñas, comentarios, resúmenes, comparativas y todo tipo de contenido relacionado con el Universo Oz. Leena Norms, una videoensayista que me gusta mucho, publicó hace unos días su propio vídeo sobre el tema. No lo he visto completo porque, muy al principio, ella hace esta advertencia:

«If Wicked the stage play was a Disney film, then the book by Gregory Maguire would be its darker, more twisted fairytale equivalent».


Personalmente, eso me pareció muy chulo y terminó de convencerme para leerlo, así que paré el vídeo para no hacerme spoiler.

Yo quería que me gustara, de verdad. Quería que me gustara mucho. Y, en teoría, ¡debería haberme gustado! Una historia tipo origen de villana, que remite a un mundo de fantasía que conozco desde la infancia por la película de 1939, en la que dos chicas con cierta aptitud mágica se conocen en un ambiente universitario y se hacen amigas pese a sus más que evidentes diferencias. ¿Cómo no me iba a gustar? Es literalmente mi droga.

Pues menudo chasco me he llevado.

Siento que la premisa, el concepto, tiene un potencial arrollador, pero está ejecutado bastante mediocremente. Para empezar, la estructura narrativa va como a trompicones: el autor se recrea en momentos en los que no parece estar pasando nada relevante para la trama, pero luego introduce cortes y saltos temporales en los que descubrimos, a posteriori, que sí ha pasado algo importante. Los personajes son bastante lineales y, aunque algunos sí muestran cierto desarrollo, este se ve perjudicado igualmente por esos lapsos de tiempo que el autor elige no desarrollar. «¡Han pasado siete años! Nuestra protagonista ahora es así. ¿Que por qué? Pues porque han pasado siete años, han pasado cosas… Lo tomas o lo dejas.»

También es mucho más sexual de lo que jamás habría esperado, pero de una forma extraña y un poco incómoda. Entiendo que igual en 1995 no se estilaba escribir sobre sexo de manera directa, pero los eufemismos empleados para referirse a los órganos sexuales o al sexo en
sí me han dado un cringe que te mueres.

En su defensa diré, no obstante, que hay muchísimos temas superinteresantes que explorar a través del género fantástico: cuestiones de geopolítica, abusos de poder, guerras religiosas, fanatismo, clases sociales, discriminación, racismo, la cuestión del bien y del mal, la inmortalidad del alma… El problema es que es un poco demasiado. Son demasiadas cosas, muy interesantes, sí, pero no todas ellas acaban traduciéndose en la acción, porque se exponen mayoritariamente como diálogos entre personajes que, una vez finalizada esa conversación, no vuelven a pensar en ello o a actuar en consecuencia (al menos que nosotros como lectores veamos). Pero bueno, food for thought, no está mal.

La quinta y última parte del libro («V. El asesinato y lo que vino después») ha remontado narrativamente un poco, en mi opinión. Pero creo que es porque es lo que se corresponde en la línea temporal con la peli de El Mago de Oz, así que en mi cabeza hay como un mayor apoyo, algo que me permite rellenar los agujeros de Maguire. En cualquier caso, ha remontado, como decía, quizá lo suficiente para que decida darle una oportunidad al siguiente libro de la saga. Ya sabéis que para eso yo soy fácil: a poco que el primer libro de una saga termine medio decentemente, por mucho que el resto de la lectura no me haya gustado demasiado, mi curiosidad para saber si la cosa seguirá mejorando se impondrá a cualquier otro criterio. Así que ya os contaré.