A review by floreana
The Idiot by Elif Batuman

5.0

Me encantan los libros donde todos dicen que no pasa nada. Justamente lo que pasa es eso, la vida; que, dependiendo de cómo la miremos, podría ser un sinfín continuo de nadas que se juntan entre sí para formar una totalidad. Eso es un poco lo que tenemos en The Idiot (La idiota) de Elif Batunam, autora turca-americana que nos cuenta el primer año en Harvard de nuestra excepcional protagonista, Selin.

Durante casi 450 páginas seguimos los pensamientos de la cotidianeidad de Selin: nos cuenta sobre sus clases, sus conocidos y nuevos amigos y, en particular, sus pensamientos acerca del mundo y el lenguaje: qué es lo que podemos o no decir, cómo lo decimos, la diferencia entre lenguas, si realmente hay una diferencia entre quienes hablan idiomas distintos y sus formas de ser. Medio al azar, medio por un impulso de curiosidad, termina cursando materias de lingüística y una clase de Ruso.

Uno de los ejes de la novela es el vínculo que se forma entre Selin e Iván, un compañero húngaro de esta clase, con el que comienza a escribirse correos muy extraños. Selin puede contarle a Iván cosas que no le salen con el resto del mundo. Sus conversaciones son monólogos particulares que, de alguna manera, se terminan entrecruzando. Ella se pregunta por el lenguaje, por las cosas que uno puede decir o hacer con él, por las historias y novelas que quiere escribir, por las películas que ve; Ivan, por su parte, se pregunta por el universo, los números, los átomos y lo que construye quienes somos realmente. Entre ida y vuelta de correos se asoma una pregunta casi imposible de responder - ¿somos lo que decimos? ¿somos lo que hacemos? ¿somos un poco de ambas cosas?

Como dice Barthes, a veces la descripción de lo mundano e intrascendente es lo que trae el efecto de realidad a la ficción. ¿Cuál es el punto de que Selin describa en minucioso detalle cada lectura, clase, texto, conversación que tiene en la universidad? Podríamos entonces preguntarnos cuál es el punto de nuestras lecturas, clases, textos y conversaciones que tenemos en la universidad. No hay un punto más que el simple hecho de estar vivo para contarlo, para experimentarlo, para sentirlo. Los mails que se envía con Ivan, las conversaciones que tienen, son casi inentendibles, y eso es lo que las hace tan fascinantes: es tener diecinueve años y creer que estás, finalmente, entendiendo el mundo.

Selin se siente desamparada, extraña; a veces pareciera que las cosas simplemente le suceden, que la vida le está pasando por arriba y ella, al estar tan metida en su cabeza, sus pensamientos y razonamientos, todo fluye sin su control. Además, Selin llega constantemente a una revelación que, creo, a cualquiera puede resultarle familiar: pareciera que todos hubiesen aprendido ciertas normas o códigos, modos de actuar, modos de afrontar la vida adulta, que una perdió y nunca supo cómo aprender y que no podemos simplemente adquirir y aprehender observando.

Nuestra protagonista está perdida, sus decisiones son todas medio tomadas al azar y sin un plan en cuestión; decide enseñar inglés a extranjeros, tomar clases de Ruso, irse a Hungría, por amor, a enseñar inglés. Está probando y experimentando cómo moverse por el mundo, cómo existir en un espacio en el que las decisiones y el camino no están previamente armados y estructurados de manera fija, sino que debe tomar sus propias decisiones, construir su sendero.

Mientras leía, mandé audios de whatsapp con lágrimas en los ojos contando por qué este libro me estaba devolviendo las ganas de leer. Por qué este libro me recordaba en cada párrafo por qué amo leer, por qué elijo leer, por qué creo que la literatura es una de las formas de arte y expresión más increíbles que existen en la Tierra. No hay palabras para describir lo maravillosa que es la escritura de Elif Batuman, lo bien que escribe, redacta, arma, construye mundos y voces y tantos personajes tan entrañables, memorables y reales. Tampoco sé si hay suficientes palabras en el mundo para describir lo que me hizo sentir esta novela; a veces, las historias donde todo lo que sucede es la vida, tienen una forma de atraparnos, de interpelarnos y de hablarnos directamente al corazón que nada más puede alcanzar. Creo que todas tenemos una Selin adentro: perdidas, eligiendo cosas al azar, enamorándonos profundamente de alguien que sabemos que no nos entiende pero queremos desesperadamente ser entendidas y amadas por alguien que parece interesante y saber más del mundo que nosotras, intentando aprender algo en este mundo pero sin saber muy bien qué es lo que se supone que deberíamos estar aprendiendo. Tener diecinueve años es pensar que tenés el mundo en tus manos y tener miedo de eso. Es creer que sabés todo pero ser consciente, muy en el fondo, de que no sabés absolutamente nada.