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A review by remocpi
Tierra by David Brin
3.0
De nuevo una novela de David Brin. Me ha encantado.
Un científico, trasteando con un experimento bastante peliagudo, libera un agujero negro que se va derechito hacia el fondo de la Tierra, empezando a oscilar y devorarla por dentro. Comenzará una carrera contra el reloj (y contra el agujero negro, claro está) para salvar a la Tierra de su fatal destino. Pero por el camino nuestros protagonistas se darán cuenta de que había muchas cosas que desconocían. Y hasta aquí puedo leer .
El libro está muy bien escrito. Lleva la acción con pocos altibajos y crece a medida que se acerca el final. Como es habitual, Brin retrata a la sociedad del futuro (no muy lejano, en torno al año 2040) con increíble detalle. En esta historia, la Humanidad, que cuenta con 10.000 millones de habitantes, ha conseguido cargarse la ecología del planeta, y tras las extinciones masivas de especies, la pérdida de los bosques y los humedales, la desaparición de la capa de ozono y el aumento del nivel de las aguas, por fin se ha comenzado a gran escala una campaña de cultura ecológica. Todo está muy bien descrito y es bastante creíble. Como el propio autor cuenta en el epílogo, hacer predicciones a 50 años vista es muy difícil. A 10 años “sólo” hay que ver cómo estamos ahora y exagerar ciertos aspectos. A 200 años la imaginación puede volar libremente (explíquenle Google a Beethoven), pero a 50 años vista, las predicciones no pueden ser locuras, y tampoco pueden dejarlo todo como estaba.
Hacia el final, el libro sufre de algo que ya había comentado de Gente de barro, otra impresionante novela de Brin. Los acontecimientos se disparan y el autor comienza a desbarrar de manera leve tirando a grave. Aparecen asociaciones mentales libres que el lector no siempre sigue, suceden cosas que no tienen que ver con el desarrollo estricto de la historia y, en general, se pierde claridad. Pero bueno, parece ser la marca de la casa.
En cualquier caso, su lectura me ha tenido entretenidísimo durante más de una semana, lo cual compensa con creces cualquier otro pequeño fallo que le pueda sacar.
Un científico, trasteando con un experimento bastante peliagudo, libera un agujero negro que se va derechito hacia el fondo de la Tierra, empezando a oscilar y devorarla por dentro. Comenzará una carrera contra el reloj (y contra el agujero negro, claro está) para salvar a la Tierra de su fatal destino. Pero por el camino nuestros protagonistas se darán cuenta de que había muchas cosas que desconocían. Y hasta aquí puedo leer .
El libro está muy bien escrito. Lleva la acción con pocos altibajos y crece a medida que se acerca el final. Como es habitual, Brin retrata a la sociedad del futuro (no muy lejano, en torno al año 2040) con increíble detalle. En esta historia, la Humanidad, que cuenta con 10.000 millones de habitantes, ha conseguido cargarse la ecología del planeta, y tras las extinciones masivas de especies, la pérdida de los bosques y los humedales, la desaparición de la capa de ozono y el aumento del nivel de las aguas, por fin se ha comenzado a gran escala una campaña de cultura ecológica. Todo está muy bien descrito y es bastante creíble. Como el propio autor cuenta en el epílogo, hacer predicciones a 50 años vista es muy difícil. A 10 años “sólo” hay que ver cómo estamos ahora y exagerar ciertos aspectos. A 200 años la imaginación puede volar libremente (explíquenle Google a Beethoven), pero a 50 años vista, las predicciones no pueden ser locuras, y tampoco pueden dejarlo todo como estaba.
Hacia el final, el libro sufre de algo que ya había comentado de Gente de barro, otra impresionante novela de Brin. Los acontecimientos se disparan y el autor comienza a desbarrar de manera leve tirando a grave. Aparecen asociaciones mentales libres que el lector no siempre sigue, suceden cosas que no tienen que ver con el desarrollo estricto de la historia
Spoiler
(para los iniciados, el episodio del tigre y el dragón es levemente lisérgico para mi gusto)En cualquier caso, su lectura me ha tenido entretenidísimo durante más de una semana, lo cual compensa con creces cualquier otro pequeño fallo que le pueda sacar.