Tres cuentos complejos, donde la locura juega un papel crucial en la vida de los protagonistas y de quienes les rodean en cada historia.

La locura como insumo para soportar la existencia y sus desgarradoras consecuencias.

El hombre gordo que, mediante una suerte de fusión con su hijo que presenta discapacidad intelectual, sobrevive a una historia familiar vedada, ocultada por una madre que se muestra intransigente, quizás con el único motivo de cuidar el frágil sentido de la vida construida grosera y tiernamente por su hijo.

El segundo cuento, nos transporta al incómodo terreno de las reflexiones en torno al suicidio y los mecanismos previos de su ejecución, dejando el cuento con un sinfín de interpretaciones, que van desde lo real de la locura, hasta el radical momento donde esta es simplemente un ingrediente artificialmente creado para la concreción del fin de la existencia.

Por último, y especialmente complejo por su intrincado juego de recuerdos, sugestiones e imágenes alojadas en la alucinación, El día en que él se digne enjugar mis lágrimas·conlleva conocer la historia de Él, en relación a Áquel y su madre, un triangulo puesto en escena en los días previos y posteriores a la derrota de Japón en la II GM, con la finalidad de retratar narrativamente por parte del protagonista las justificaciones imaginarias que ha construido para dar firmeza y sentido a su vida. El relato es una suerte de navegación en una confusa y extraña sucesión de eventos que poco a poco se irán contorneando a medida que se acerca el final de la historia.