Una lectura curiosa e inesperada. Desconocedor total de las figuras de Heródoto y del mismo Kapuściński, tenía miedo de lo que me podía topar con este libro después de haber sufrido la eternidad de las páginas de Memorias de Adriano. Pero no tiene nada que ver.

Kapuściński hace un balance perfectamente equilibrado a la hora de narrar sus viajes, transportarnos a la época de Heródoto, y hacerse preguntas al respecto sin volverse agotador ni pedante. No es una lectura ligera, pero sabe mantener el ritmo y la narrativa. Y el interés, que es la base que debería tener cualquier narrativa.