En el epílogo del libro Banana dice que era joven cuando escribió estos relatos y que eso la hizo querer darle conclusión a cada uno de ellos, con lo cual estoy de acuerdo porque, mientras otros de sus libros quedan colgando entre lo que te dice el final y lo que tú te imaginas que será el final, en este todos los finales parecen muy bien cerrados. Y no me refiero a que las historias tienen un rumbo definitivo, no; me refiero a que cada personaje tiene un final, y es muy interesante entender que ese final tiene mucho que ver con el cambio psicológico que cada uno atraviesa durante el tiempo que narran su historia. Podría decir que las historias se van haciendo más complicadas a medida que avanzan y que (sin dudas) la última fue la que más me cautivó por la complejidad, sensibilidad y respeto con el que fueron tratados sus temas. Está demás decir que AMO profundamente a los personajes de Banana, y que su manera de escribir transmite una especie de calma espiritual que no encuentro casi nunca con algún otro autor o autora.